En 2014 estuve en Catar y vi cosas que me gustaría no haber visto



Catar o la nada

Una experiencia levemente alucinatoria en torno al tiempo, la hipocresía y los negocios en familia


Allá, al fondo, una manada de camellos aguarda el momento del desayuno con el aire entre indolente e indiferente que les es propio. El cuidador venido desde algún lugar fuera del cuadro – su fisonomía le delata - distribuye los fardos de paja en el interior del corredor metálico tras lo cual, chifla en dirección a los jorobados. Estos ajustan sus respectivos monóculos y emprenden ceremoniosamente la marcha.

Llegados al punto, sus augustas cabezas descienden desde las alturas para tomar la manduca, rumiarla al gusto y, una vez satisfechos sus apetitos matinales, regresar a sus puestos sin darle mayor importancia al asunto. Dos empleados de palacio en thobe/thaub/thoub (la tradicional camisa-túnica catarí) contemplan la escena con el mismo aire indolente e indiferente de los cuadrúpedos.

Son las diez de la mañana en las cuadras reales de Doha. Aparte las bestias y sus cuidadores, la ciudad es un desierto.




Doha es la tarjeta postal de un pasado que nunca existió.

Todo en la capital del Estado de catar es un gigantesco, un enorme escenario. Una burla a los sentidos. Una farsa. Ello incluye la ciudad antigua, que algún incauto llamaría “el casco histórico”, que nunca existió, y el horizonte de rascacielos desorbitados irguiéndose como el más absurdo de los telones de fondo. Valga la imagen de la ciudad en la tarjeta postal, esta sí, del 1945: una avenida desangelada en medio de las dunas y ribeteada por un puñado de chamizos y construcciones coloniales. En otras palabras, Doha era un bed & breakfast a disposición de la población beduina de paso y un embarcadero de relevancia muy relativa en el comercio del gas y el petróleo. Fuera de eso, la nada,.

La familia Al Thani rige los destinos de este minúsculo país del tamaño de Asturias desde 1850. Ciento cuarenta y cinco años más tarde, su tataranieto Hamadbin bin Jalifa Al Thani se hizo con el poder tras dar un golpe de palacio, aprovechando la ausencia de su padre, en viaje diplomático. Fue derrocado por su hijo, Tamim bin Hamad Al Thani, el actual emir del país, en el 2013.

Entre las políticas de modernización del país promovidas por Jalifa al Thani y continuadas por su vástago, despunta la construcción de una identidad nacional de nuevo cuño a prueba de historiadores poco escrupulosos.




En diciembre de 2010, el congreso de la Federación Internacional de Futbol Amateur, con perdón, celebrado en Zúrich, eligió Catar como sede del Campeonato Mundial de Fútbol-2022 contra todo pronóstico. “En muy poco tiempo percibimos que era un proyecto de estado formando parte de una misión de construcción nacional... prácticamente, hubo que reconstruir la ciudad toda” (Harold Mayne-Nicholls, Inspector Jefe de las nominaciones de los Mundiales de 2018 y 2022).

Ocho de cada diez residentes en Catar son foráneos (India, Bangladesh, Indonesia, Nepal, Pakistán, Filipinas y Sri Lanka).





Zoco Waqif: la antigüedad como coartada

Todo en el zoco de Doha es falso de toda falsedad: las mercaderías llegadas desde Taiwan, y quienes se sientan tras de las mismas pretendiendo pasar por mercaderes de oficio: ellos también fueron seleccionados para crear una ilusión de autenticidad a todas luces risible; las paredes de barro cocido y envejecido esponjosas al tacto y la alfombra de mármol de Carrara que hace las veces de suelo.

En el zoco Waqif, la mercancía duerme la siesta sin otra protección que un lienzo colocado por encima, pero ¿para que iba a tomarse nadie la molestia de echar el candado cuando uno puede evitarse el trabajo? Regatear/chalanear, en el zoco de Doha, resulta una experiencia frustrante, cuando no ligeramente irritante, ante el desinterés y la falta de entrenamiento, o de consciencia profesional, de quienes se encogen de hombros y dan por bueno la cantidad que les es ofrecida, cualquiera que sea. En el zoco-resort de Doha no hay descuideros y, si los hay, deben ser figurantes sin otra función que dar un toque de verosimilitud al conjunto.

Con esto, que el zoco de la capital del Estado de Catar es un camelo llamado a encandilar al consumidor ávido de “experiencias inmersivas”; un “parque temático”, tan real como una Tucson City erigida en el corazón del desierto almeriense. 

Resumiendo: el pasado – la Historia – en Doha, es una ficción, una confabulación impresa en las páginas de un libro nunca escrito.




Al Diwan St.

Como en Cela, el viajero eleva la mirada sobre los altos muros del hotel boutique situado a orillas del pseudo zoco buscando un asomo de autenticidad, o como quiera llamársele, más allá de la avenida sin nombre que divide la ciudad en 2 mitades: la parte visible hecha a la medida del turista crédulo, por un lado, y aquella que permanece oculta tras la corriente incesante del tráfico automovilístico. Allí, intuye, está la clave que busca.

El gueto de Doha en torno a Al Diwan St. y adyacentes tiene el el aire de una ciudad bombardeada y abandonada a su suerte. Horno candente, universidad de lo insalubre, pudridero sórdido, barrio de aluvión, de adobe y cemento remendado; de perros famélicos y ratas esplendorosas; de comercios esqueléticos y samosas humeantesel viajero cree formar parte de un escenario de pesadilla poblado por espectros y espías infiltrados, quién sabe si está corriendo un riesgo...

En el gueto obrero muestra Doha su cara verdadera real y tangible lejos de “la mentira organizada”(Hannah Arendt) y los espejismos ready made. La antigua Doha, lo que queda de ella, está aquí: en los escasos chamizos que resisten el envite de los especuladores a sueldo y en los edificios de varias alturas que vinieron a sustituirlos antes de caer, ellos también, en el olvido; en los harapos de quienes los habitan.

El milagro de Catar, adjudicataria de los mundiales de futbol de 2002, descansa en las espaldas de quienes llegaron hasta aquí en busca de un porvenir.


El futuro pertenece a los que creen en la belleza de sus sueños”

(Eleanor Roosevelt)


Ahmad y Mazzen, llegados desde Alepo, posan sonrientes a las puertas del edificio ruinoso que llaman su hogar. 


El diario The Guardian (febrero de 2021) cifró en torno a 6.500 el número de obreros fallecidos trabajando en condiciones similares a la esclavitud, la inmensa mayoría de ellos extranjeros. El comité organizador del Mundial respondió al diario manifestando su “profunda preocupación” por las acusaciones.

Hemos sufrido ataques muy, muy crueles, muy, muy próximos al racismo… yo mismo he sufrido un episodio depresivo grave” (Hassan Al Thawadi, Secretario General de Catar 2022).

Gracias a la copa, los trabajadores tendrán mejores condiciones no solo en Catar, sino en todos los países árabes” (Joseph Blatter, ex presidente de la FIFA).

No existe modo de que la FIFA acepte ser responsable por el bienestar de los trabajadores” (Joseph Blatter).

Cuando das empleo, incluso en condiciones difíciles, estás dando dignidad y orgullo” (Gianni Infantino, actual presidente de la FIFA).

Todo lo que pedimos es que las personas respeten las pautas culturales de Catar” (Colin Smith, portavoz de la FIFA).

La FIFA pide a las partes interesadas que se concentren en el futbol y no en las “batallas políticas o ideológicas” (diario O Globo, 11 nov. 2022).

Los trapos sucios, los ventilamos en nuestra familia” (Joseph Blatter).

!Somos reales!” (Sharid VP, trabajador en las obras de infraestructura del Campeonato Mundial de Fútbol Catar-2022).


Presionado por “la infundada campaña de acusaciones por parte de alguna ONG” (Abdullah al-Khulaifi, Ministro de Trabajo del Estado de Catar) y la subida descontrolada del precio del suelo en la ciudad, en 2015 el gobierno de catar inauguró la “Ciudad del Trabajo” con la capacidad de albergar a 68.640 trabajadores en las obras del Mundial 2022. Pese a las promesas reiteradas de “respetar la dignidad de los moradores” (idem), las imágenes filtradas a los medios dejan ver una realidad muy distinta (hacinamiento, condiciones higiénicas precarias, falta de equipamientos, etc.)


Hoy me siento un trabajador inmigrante. Me siento como ellos y sé lo que es sufrir acoso de pequeño. Era pelirrojo y sufrí bulling(Gianni Infantino, en rueda de prensa - 19 nov. 2022)

Cuando vine a Doha la primera vez, fui a ver dónde vivían estos trabajadores y le dije a la gente de Catar: 'esto no está bien, tenemos que hacer algo'” (idem)

Representantes de la Federación Inglesa de Futbol expresan su preocupación porque las altas temperaturas puedan afectar al sueño de los jugadores” (Diario Globo)


Chema García Martínez

Fotos: cuadras reales y Al Diwan St. (JMGM)

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