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  Domingo de resurrección en la Plaza de San Salvador Vivo en Rio de Janeiro desde hace no sé cuanto, ¿seis, siete años? Vivir en Rio de Janeiro no es fácil. Tampoco es difícil. Para mí, no lo es. He escrito, que recuerde, 2 guías de Rio de Janeiro, la una hablando de la ciudad, sus monumentos, etc., la otra dedicada al “Rio de la B ossa N ova”. Consecuencia de ello, hay quien me tiene por una especie de guía no oficial de la city y confía en mi criterio a la hora de elegir tal o cual punto de interés fuera de lo trillado/lo convencional. Yo, por mi parte, procuro llevar al interesado por los camino s de la perdición que, en esta ciudad, son muchos, y empiez a n en el bareto “pies sucios” llen o de mugre y encanto, y termina n en la plaza de San Salvador, barrio de Laranjeiras, un domingo por la mañana. La plaza de San S alvador, en Laranjeiras, es un universo en sí mismo, con su tufill o a porros y sardinas tan “ Dos de M ayo” madrileño, si el lector entiende lo que q
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  EL TOCINO Y LA VELOCIDAD DONDE SE HABLA DE LOS “BARBENHEIMERS”, QUÉ SON Y PARA QUE SIRVEN Lo estamos viendo venir, las temperaturas llegándose a extremos propios del Kalahari en plena Puerta del Sol, por um lado; las inteligencias artificiales empeñadas en enviarnos al otro barrio en lo que canta un colibrí afónico, por el otro, misil atómico va, ataque preventivo viene... no es fácil entender este mundo preapocalíptico en el que (sobre)vivimos. Pero nada que pueda comparase con el más extravagante e inexplicable de los fenómenos surgidos de un tiempo a esta parte: los “Barbenheimers”. Todo empezó por la coincidencia en fechas y salas de proyección del estreno de dos "blockbusters" (producción, película o escenificación muy popular o exitosa) llamados a arrasar en las taquillas, “Barbie”, el primer "live-action" (película protagonizada por actores reales,filmados dentro de animaciones 2D o digitales) sobre la muñeca homónima, y “Oppenheimer”, un "biopic"
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  Nonagenarios felices Hoy Maribel cumple 80 años, se dice pronto. Tener una hermana octogenaria es cosa que impresiona. Uno lleva consigo la imagen de Maribel reinando en los guateques, convertida en cocinera egregia y en cronista oficial de Tejeda del Tietar (al respecto, léase: Isabel García Escudero, “Planeta Tejeda”. Diputación Provincial de Cáceres, 2018), y siempre fresca y lozana como una lech u ga especialmente fresca y lozana, o como si fuera inmune en su interior al paso de los años (lo es, de hecho). Uno, en su inocencia, entendía que la condición de octogenario estaba reservada a los abuelos/as, luego fueron los padres y, ahora, la hermana mayor. El asunto, no se crea, tiene su miga. Entre otras cosas, tener una hermana octogenaria significa que, aún con la distancia de años que me separa de la susodicha, uno tampoco es un niño y, si no, ya están las hermanas de uno para recordárselo. Y cuando no son ellas, es la Madre Naturaleza emitiendo señales que, bien interpret
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MI CASO CON ASTRUD GILBERTO El mundo ardía por sus cuatro costados (Vietnam, la Guerra Fría, el free jazz ...) mientras, en un rincón no necesariamente oscuro de Rio de Janeiro, dos viejos verdes ocupaban su tiempo acompaña ndo el andar sincopado de una p rea dolescente camino de la playa (hoy habrían sido presos por ello) desde su puesto de vigilancia en el bar Veloso, hoy “Garota de Ipanema” Cierto es que, a fuer de exactos, “ g arotas de Ipanema”, hay dos : Helô Pinheiro, la original, que puso su palmito de preadolescente, y Astrud Gilberto, que dio voz a la pieza resultante a cambio de 178 dólares, correspondientes a la cuota sindical. Y fue así que, pasado el tiempo, aquella “Garota de Ipanema” de Jobim & de Moraes se convirtió en “The girl from Ipanema”, en la versión que dio la vuelta al mundo a cargo de João Gilberto (guitarra y voz) y Stan Getz (saxo tenor) plus Norman Gimbel (autor de la traducción de la letra al inglés) y Astrud Gilberto (voz solista) . Que la