Decíamos ayer

Notas para un reencuentro

Parte 2



Trance

Lo primero que llama la atención en Jorge Pardo es su guedeja. Luego, todo lo demás.

Una semana después de su estreno, no es fácil encontrar una sala donde se proyecte “Trance”, el documento/documental sobre Jorge Pardo que es la comidilla en Madrid en estos momentos. Solo la multisala Yelmo Ideal, en sesión única de domingo por la mañana. Situada en un extremo de la madrileñísima calle del Dr. Cortezo, hogar, que fue, del inefable Alfonso Sánchez, además de acoger dos instituciones esenciales para entender el hecho diferencial capitalino -Le Swing (club de jazz) y el Frontón Madrid-, los Yelmo Ideal, con su bonito caparazón en tono pastel a prueba de modernidades, ofrecen sesiones de cine para madres lactantes y matinées con descuento para los que no somos ni una cosa ni la otra.

Contabilizo 37 espectadores, lo que, supongo, es una cifra aceptable dadas las circunstancias. “La música buena le gusta a la gente”, pontifica el colega de butaca tratando de impresionar a su acompañante, “y si no te gusta, es que no es buena, y Jorge Pardo es buena gente”. Lo tengo escrito: Jorge es un héroe para muchos, pero héroe cercano, vulnerable, de barrio, caña y porro, héroe y anti héroe todo en uno.

Trance” trata de un instante en la vida de alguien llamado Jorge Pardo que, no por casualidad, es músico, y tiene cosas que contarnos. No es una biografía, ni un rockumentario (o un "flamenco-jazzimentario"), si acaso, un tratado filosófico, o un manual de supervivencia en circunstancias extremas.

Trance” nos explica a Jorge a través de la extraordinaria galería de personajes que le acompañan en su caminar por este valle de lágrimas; los lugares que forman parte de su geografía personal y en los que quisiéramos estar, de Mojácar a la Quinta Avenida y las Tres Mil Viviendas (!con el protagonista dando unos pasos de baile!). Si algo queda claro después de ver “Trance”, es que el flamenco ya no son esos señores de negro que pontifican en los tablaos sobre la esencia y los valores eternos manzanilla en mano.

La cinta atraviesa momentos no necesariamente relacionados con la música hasta llegar al Concierto del Fin de los Tiempos, que resulta no serlo tanto. Y si bien es cierto que pierde fuelle en sus momentos finales, es lo de menos.

Jorge Pardo: el músico que más veces ha actuado en el colegio mayor San Juan Evangelista y al que más veces he entrevistado.


Marcelo

Me entero por Carlos Pérez Cruz que están montando un concierto homenaje a Marcelo Peralta, “habla con Baldo”, me dice; y voy, y hablo con Baldo (Martínez), años de amistad entrañable, de cuando Clunia en Donostia, y en adelante. Uso las tretas propias del oficio para hacerme invitar (no hubiera hecho falta, pero por si acaso).

Tiendo a abominar de los homenajes de ningún tipo, solo que esto era otra cosa; una iniciativa de base, sería el término adecuado. Tras la misma, los dos !ZAS! supervivientes, el propio Baldo y Carlos “Sir Charles” González: otro que tal.

Marcelo era el intérprete camaleónico tras una camisa estampada estilo “Miami Vice”. O sea, que iba de tocar a Louis Armstrong con !ZAS! a tocar a Louis Armstrong con Joseph Siankope y la New Orleans Jazz Band, y era como si ambos “Armstrong” fueran dos personas distintas y la misma persona a un tiempo. Marcelo era un creador apasionado y multifacético. Que haya pasado a la historia como el primer músico de jazz fallecido por el/la Covid en todo el mundo, como que jode.

Yendo al concierto, me sorprende el aparato que envuelve la producción, lo más parecido a una ceremonia de los Oscar sin Nicole Kidman y con Carlos Pérez Cruz; el aroma fresco y seco, levemente tostado, a

 yerba mate, resultado de la nutrida presencia de representantes del cono sur latinoamericano. Marcelo siendo recordado por Sacri Delfino + José y Juan San Martín, en trío; y por Baldo, Sir Charles, Guillermo Bazzola , Ramiro Obedman, Pascual Piqueras y Juan Calvi + Santiago de la Muela (arreglos), en la segunda. El lector interesado podrá dar cuenta de todo ello en el film documental rodado al efecto, aún sin fecha de estreno. Y para lo que sirven estas cosas, un encontrarse con los viejos amigos, María Antonia, Imma, Dick, Paco Manzano, Ricardo Tejero… pensándolo bien, seguro que él habría hecho un buen “Marcelo Peralta” (1).


Chastang

Me llamo Miguel Ángel Chastang, nací en Madrid, en el año 1952”

Jazz entre Amigos

Pienso en Miguel Ángel, que se nos murió, y como quién oye llover. El lector que me acompaña sabe de qué hablo: si alguien se merece un homenaje en este país, es él.

Miguel Ángel fue un pionero en el más noble y amplio sentido de la palabra; una rara avis en la España plomiza/recurrente del posfranquismo; un valiente; alguien capaz de renunciar al demonio y la carne para perseguir un sueño. Si no el primero, fue de los primeros en viajar a la Gran Manzana para beber de las fuentes. Y, al final, lo consiguió.

En el año 1990, reuní en una misma habitación de hotel a Miguel Ángel y Jorge Pardo representando las dos vertientes de una generación que marcó un antes y un después en nuestro jazz (véase la entrada correspondiente en este mismo blog). Con sus diferencias, ellos instauraron el modelo inédito por estos pagos de “creador a tiempo completo”, Tete Montoliu aparte.

Fiel a sus maestros - Dave Thomas, Ron Carter, etc.-, Miguel Ángel gustaba de un jazz con los pies en el suelo y la mirada puesta en los grandes de su instrumento, como Oscar Pettiford.

Yo no sé si el mejor homenaje que se le puede hacer a Miguel Ángel es no hacerle ningún homenaje. Y es que, ya lo he dicho, no me gustan los homenajes.


Santiago (de Compostela)

Santiago en año jubilar tomado por las indulgencias plenarias, los mochileros y los "galeguímetros" midiendo el nivel de conocimientos vernáculos de los transecuentes despistados, cuidadín, cuidadín.

Comparto página con Santiago Auserón en El Correo gallego: Chema García y cómo sobrevivir en el jazz. El músico de jazz: una especie en extinción”. Presentación y debate”. Escenario: el coquetón salón de actos de El Corte Inglés. A mi vera, los muy nombrados Abe Rábade y Rubén Reinaldo, porque hay amistades resistentes al Covid y la distancia. A pie de escenario Carmen Eixo, alma mater del recordado Dado Dadá, sin la cual nada de esto hubiera sido posible.

Escribí “Tocar la vida” como el abad de Vivarium, tratando de guardar para la posteridad la memoria de unos tiempos que no volverán. “Tocar” estaballamado a ser el libro de mi vida, luego vino el/la Covid y dio a traste con todo. Mala suerte. 

Al final, uno escribe libros como este para hablar de jazz con las buenas gentes de Santiago de Compostela, los amigos, los músicos que encontraron un hueco para venirse a escucharle a uno y si, además, se le da la oportunidad de solazarse con las joticas galaico-galácticas de Abe Rábade (loado sea) puede pensar que, al final, la cosa ha merecido la pena, a pesar de la Renfe. 


Un consejo de amigo: su próximo viaje a Santiago, mejor, en avión.


Polanski

El avión apocalíptico de Putin revolotea amenazador sobre la Villa y Corte, ya se sabe que al hombre le ponen estas cosas,. Desde su atalaya instalada en lo que un día fue la terraza de lo que un día fue la Bobia - cuatro décadas de Movida os contemplan -, el último punki sobre la tierra vigila los cielos velazqueños sobre su cabeza y se pregunta qué haría en el caso de un ataque preventivo de Putin. La concurrencia le contesta a coro: no sé”.

La Movida, no sé por qué, ha cogido mala fama, cosa de pijos, de niños de papá... toma claro. Todas las movidas, en todas las épocas, han sido cosa de pijos, de niños de papá. La diferencia es que, en Madrid, teníamos a Victor Polanski (2).


Joshua

Madrid, 15 de mayo de 2022, día del santo patrón Isidro. Joshua Edelman, de chaqueta de espiga y parpusa calada, camina a paso ligero en dirección al Café Central. Una manola le ve en distancia y le invita a marcarse unos pasos: “señora, que soy de Bilbao”. Sabido es que los bilbaínos nacen donde les da la gana, hasta en Manhattan. 

Joshua, neyorquino y bilbaíno a partes iguales, presenta el álbum de sus recuerdos, “My Greewnich Village stories”. Nada que puda reprochársele. A los añosos no nos queda otra que contar nuestra historia, que es siempre la misma, sabiendo que somos los últimos de Filipinas y que, tras de nosotros, es el vacío, la nada. Cada uno lo hace a su manera: yo he escrito un libro, Joshua toca sus recuerdos al piano. Y son recuerdos, los suyos, que tienen nombre y apellidos: Barry Harris, Cedar Walton,Thelonious Monk (¿”Reflections”?), Yusef Lateef, la preciosa “Stay with me” (nada que ver con el “Stand by me” de Ben E. King - Jerry Leiber - Mike Stoller), y vuelta a Monk, porque a Monk siempre se vuelve. Joshua toca a los clásicos con contención y reverencia. Su buen gusto no se discute. Como Wynton Marsalis, está en una misión de Dios, sólo que él no nos da el coñazo. Ayudado por sus fieles escuderos Surmenian y Castaño, apela a una belleza que no tiene fecha de caducidad.

En un aparte, me cuenta que estuvo en la casa de Weehawkenque que fue de Josef von Sternberg, que fue de Barry Harris, que fue de la baronesa Nica de Koenigswater y que albergó los últimos días de Monk en este perro mundo. Emocionado, bebió el aire que Monk respiró, tocó el piano que nadie más tocaba, sino él; se sentó al borde de su cama, si bien no llegó al punto de tenderse en la misma. Lo que tienen los bilbaínos de Greenwich Village: les pierde la educación.


Despedida y cierre

Si tuviera que elegir un adjetivo, diría que ha ido una estancia menos nostálgica que crepuscular, que no es que uno hiciera nada para que fuera así sino que mandaron las circunstancias, las cosas que vi – un cúmulo de viejos amigos/conocidos de cuerpo presente o en espíritu - y todo lo que me perdí: Brian Jackson y Moor Mother; Javier Vercher con Ra Kalam Bob Moses y Siniestro Total en su última gira, “40 años sin pisar la Audiencia Nacional”; “Daniel Herskedal y su tuba lírica” (!pero cómo resistirse a algo así!) y Marta Sánchez, con servidor de pura recalada, un pie en el avión y el otro en el fingery el Espacio Tabacalera, escenario de algunas de las experiencias más alucinatorias de mi última existencia, cerrado por obras; y los “Raros”, y los que se les aproximan (Wade Matthews, etc.), de parranda; y... 


Epílogo

De vuelta en Rio de Janeiro. El taxi atraviesa veloz la avenida Rui Barbosa con sus palacetes venidos a menos y sus putas venidas a más. Por la radio suena “Mediterráneo”, de Serrat, en la versión dulce/lírica/bonita, si entendéis lo que quiero decir, de Andrea Motis. Al final, piensa uno, no hay tanta diferencia entre, pongamos, el Cristo del Corcovado y el peñón de Ifach, quitando el trenzinho y las hordas de turistas, y los macacos. “El Mediterráneo viene a ser como el mar de ustedes, en pequeño”, le aclaro al taxista que ni me ha preguntado, ni le interesa el tema lo más mínimo. Y así hasta que, llegados a Botafogo esquina con Marqués de Olinda, veo brotar por entre la bóveda celeste una figura refulgente con forma de señor barbudo, corona rutilante y una carpeta de polipropileno azul celeste, valga la redundancia, con la inscripción “Revelaciones. Será cosa del jet lag, me digo, o de la calor, o la propia conmoción de toparme con Andrea Motis por la radio en Rio de Janeiro... de inmediato siento algunos sutiles cambios en mi interior, más precisamente una, llamémosla, "clarividencia auditiva", si puede decirse así, la cual me lleva advertir matices ocultos en la interpretación de la multiinstrumentista y cantora remitiendo a géneros musicales de su predilección que, por algún motivo, no suele frecuentar... un que se quà de Albert Ayler, un je en sais pa de Sunny Murray… definitivamente, tengo que hacérmelo ver.


"This is Joachim Kühn, you can leave your message right... NOW!"


Fotos

6 Sexteto “Homenaje a Marcelo Peralta”. Autor de la foto desconocido.

7 De izqda. a dcha: servidor, Rubén Reinaldo, Abe Rábade. Autor de la foto desconocido.

8 Abe al piano. Autor de la foto desconocido.

9 De izqda. a dcha: Joshua Edelman (p), Eric Surmenian (b), Juan Luis Castaño (bt). Foto: JMGM.


Notas

(1) Casualitas, casualitatis, en el momento de cerrar la edición me llega el anuncio de un concierto del "Sir" Ribal Trío" en la localidad madrileña de Daganzo, con "Sir" Charles, a la batería; Baldo, al contrabajo y... Ricardo Tejero, a los saxos. Esta vez el homenajeado es, nada menos, que Eric Dolphy.

(3) Líder de Polanski y el Ardor. En 1982, el grupo publicó su clásico Ataque preventivo de la URSS”.


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