Tierra de héroes

de izqda a dcha: Vanessa Rodrigues (pno); Augusto Mattoso (b); Fernando Trocado (st); Roberto Rutigliano (bt).
Foto: JMGM

En noche oscura, la lluvia tropical - subtropical, más bien - mojando hasta el alma (sobre todo, el alma), hubo quien se echó a la calle desafiando las filas del hambre copando las aceras y las de los cazadores de vacunas, en las farmacias, y se llegó hasta Áudio Rebel, barrio de Botafogo, calle Visconde de Silva, 55, Rio de Janeiro, 20:00 h. No fueron muchos. Algunos, habiendo reservado su localidad, desistieron a última hora bajo la amenaza de la bicha Omicron, y la lluvia tropical, las colas... ellos nos sabían que ayer, viernes 7 de enero, se cumplía el 107 aniversario del más grande tamborilero/bailarín/cantador etc. que vieron los tiempos: Luciano Pozo González, alias Chano Pozo. Los astros – los orixás - se confabularon para darle un sentido a la sesión llamada a invocar el espíritu de la latinidad jazzística (una redundancia, todo el jazz es latino por definición y redundancia). Y fue un pasar de Chano/Gillespie -“Grooving high”- a Mongo Santamaría/Coltrane-”Afro blue”- y hasta João Donato -”Amazonas”-, nobleza obliga. La música - el jazz latino - como un ejercicio purificador, un paréntesis en medio de la barbarie/la pandemia, un acto de resistencia frente a los obscurantistas, los verdugos... la belleza de lo intangible, lo etéreo, visible, apenas, para los “muy” iniciados (Eric Dolphy y en adelante). “Un héroe es alguien que discute con los dioses”, que vino a decir Norman Mailer con palabras que, si no fueron éstas exactamente, se le parecían. Vuelvo a Botafogo, tierra de héroes, de rebeldes, de sonidos sin domesticar. Vuelvo a Áudio Rebel y a la noche de ayer, viernes, con la exhibición de enardecido heroísmo exhibido por quienes ocupaban la platea y quienes el escenario; heroico Roberto Rutigliano, baterista y líder, en su empeño por seguir con la función así se venga el cielo sobre nuestras cabezas (con permiso de Abraracúrcix); heroico Fernando Trocado, a los soplos- un sonido dulce, muy jazzístico -; heroica Vanessa Rodrigues, pianista y canadiense de nacimiento, pese a las apariencias (Oscar Peterson y Paul Bley ya demostraron que se puede ser canadiense y pianista de jazz al mismo tiempo); doblemente heroico Augusto Mattoso, llamado a última hora, o a último nanosegundo, para sustituir al contrabajista titular y a sus sustitutos que, uno a uno, fueron dándose de baja; un aprender el repertorio sobre la marcha y a quién Dios se la de, Changó se la bendiga. Y servidor, haciendo las funciones de bufón de la corte/presentador del evento, lo que no sé si fue muy heroico, pero divertido, un rato.

Con esto que la pequeña cueva con forma de caja de zapatos situada al fondo del pasillo, a la derecha, devino arca luminosa/húmeda/acogedora en noche oscura y lluviosa. El secreto: todos, los de arriba y los de abajo, sabíamos que no teníamos nada que temer. Chano Pozo himself nos acogía bajo su manto protector. Y ya se sabe cómo se las gastaba, el amigo.

Chema García Martínez


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Foto cortesía de José dos Santos






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